
En esta sección pretendemos ilustrar las diferencias sufridas por las artes escénicas a lo lago del tiempo, comparando el Siglo de Oro con la actualidad del sector.
El teatro antes y ahora
Principales diferencias
Teatro Siglo de Oro y el teatro actual

En el Siglo de Oro, el teatro se convierte en uno de los principales canales para representar la vida. Esta representación gira en torno a dos ejes principales, la estética y, sobre todo, la moral. Asimismo, los temas por antonomasia eran el honor, la religión y en muchas ocasiones, también la monarquía, no obstante, destacaban mucho los autos sacramentales. Además, siempre destacaban los personajes prototípicos como el caballero, la dama y la criada o el criado, estos últimos casi siempre actuaban de celestina. Sin embargo, en el Siglo de Oro, el papel de la mujer en el teatro está todavía muy restringido. Paralelamente, todos los personajes de la obra, utilizaban un lenguaje que se adecuaba a su posición socio-económica. Y, como innovación del teatro del Siglo de Oro, este rompe con las tres unidades fijas, el tiempo, el lugar y la acción, y la representación tiene lugar en distintos escenarios y distintos momentos. Para marcar cada cambio de tiempo y de escenario, las acciones se dividían en actos, normalmente tres.
Así pues, se crean los primeros corrales de comedia, corrales en distintas propiedades vecinales, para representar las obras teatrales, gestionadas por Hermandades o empresas teatrales. De este modo, las compañías teatrales, dramaturgos y representaciones presentan un aumento de su popularidad durante el siglo XVII en adelante, sin precedentes. El teatro, por lo tanto, pasa a ser un producto competitivo y no tan condicionado por la clase social.
No obstante, las representaciones tenían una duración aproximada de 2 horas y media o 3 horas. Estas comenzaban a las 2:00 o las 3:00 horas en invierno, o a las 4:00 horas en verano, y, además, tenían que concluir antes del anochecer, por motivos estrictamente morales y de orden ciudadano.
Actualmente, el teatro no es tan rígido y es accesible para todo el mundo, para todo tipo de públicos. Sin embargo, los temas principales cambian, pues ya no se centran tanto en el honor, la religión o la monarquía, sino que se adecuan más a los gustos contemporáneos. Así pues, en el caso de la nueva obra teatral, La llamada, de Javier Calvo y Javier Ambrossi, se muestra una visión muy diferente de la religión con matices mucho más actuales y modernos. Como consecuencia, la audiencia y los precios también experimentan cambios.
Con la vuelta de la democracia en España, nuevos directores, incluyendo mujeres, se encargan de la dirección de compañías y obras de teatro. Estas compañías representan obras tanto clásicas del Siglo de Oro, como contemporáneas, recuperando grandes nombres como Lope de Vega, Calderón, Cervantes, o al algunos más contemporáneos como Valle-Inclán o Lorca.
Precios y Audiencia
Como los espacios del teatro, la audiencia que lo asistía y los precios también han cambiado un poco a través de los años. En los siglos XVI y XVII en España, la jerarquía de la sociedad española era muy estructurada y cada persona pertenecía a una clase específica, había, por lo tanto, muchas restricciones. En esta sociedad, la gente que pertenecía a la nobleza tenía un mejor acceso al arte y a la literatura porque era más probable que fueran educados y ricos. Pero, esta norma no se aplicaba dentro del teatro porque no era necesario que una persona era educado o alfabetizado para entender el teatro. Por eso, todo el público, incluso las clases bajas, podían disfrutar del teatro en el Siglo de Oro. El teatro se convirtió a ser un lugar social para todos. Sin embargo, las clases bajas todavía fueron separados de la nobleza en el visto del teatro porque normalmente lo vieron en los corrales en vez de otros espacios como las salas del Palacio. Un dato importante de las audiencias del teatro en el Siglo de Oro es que era normal que las mujeres disfrutaran del teatro también, aunque las mujeres en esos tiempos tenían pocos derechos y su rol principal era ocuparse del hogar. Hoy en día, la audiencia del teatro es más o menos la misma, toda la gente puede disfrutar el teatro y no importa su nivel socio-económico. Pero también hay que considerar que la sociedad de hoy no es tan jerárquica y la transición entre la gente más rica y la gente más pobre es un poco más gradual. Por eso, hay más gente que compone el público en general. Además, en el teatro de hoy, todos se van a los mismos espacios de teatro – no hay espacios separados. A través de los años, también se puede ver solo un poco de cambio en los precios de las taquillas en el teatro. En general, los precios para asistir a una realización de teatro en general han bajado, pero no han cambiado tanto en comparación con otros tiempos o países. Esto es porque, desde su comienzo, el teatro del Siglo de Oro fue diseñado para que todo el mundo pudiera disfrutarlo. Por eso, la diferencia más grande entre los precios del Siglo de Oro y los del teatro contemporáneo es que ahora el teatro es más accesible para todos, no solamente para la gente de la clase alta.









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¿Qué tipo de teatro prefiere el público contemporáneo?
Encuesta
En este post hablaremos de las preferencias teatrales de distintos tipos de público. Desde jóvenes a adultos teniendo en cuenta su situación socio-económica. Así pues, hemos realizado una encuesta para analizar sus preferencias escénicas considerando la edad, la situación social y ocupacional, así como los intereses personales de cada encuestado.
Como resultado, hemos hallado que el público mayor de cuarenta años y acomodado, prefiere el teatro de corte clásico. El 50% de la muestra declaró que preferían asistir a una representación en escena clásica. El resto aseguró que les daba igual si la obra era clásica o contemporánea, con una gran tendencia a decantarse por una ambientación que transmitiera esa atmósfera particular de los teatros clásicos. Además, 9/10 encuestados dentro de este rango, admitieron que no les importaría pagar por una obra de teatro. Por último, estos se decantaron por el género dramático y en menor medida, por el trágico.
En segundo lugar, nos encontramos con el público popular, quienes se decantan por el teatro contemporáneo, según sus declaraciones, porque trata temas actuales de nuestra época y la trama es más sencilla. La mayoría de estos encuestados, 8 de cada 10, afirmaron que preferían las comedias, seguidas de los dramas y, por último, las tragedias. La mayoría de ellos confesaron que no les importaría pagar por ver una obra de teatro siempre y cuando esta les resulte atractiva.
Por último, tenemos a la clase “intelectual”, quienes nos aseguraron que sí pagarían por ir al teatro. No obstante, el 80% de los encuestados admitieron que les daba igual si la obra era clásica o más moderna, siempre y cuando despertara su interés. El 10% de la muestra, se decantó por el teatro del Siglo de Oro, y el otro 10% restante por el teatro contemporáneo. De estos encuestados, el 20% afirmó que prefería asistir a obras donde predominase el género cómico, el 10% el género trágico, otro 10% el género dramático, y el resto, el 60%, admitieron que les daba igual el género de la obra teatral.
También preguntamos a los encuestados por los dramaturgos más renombrados del Siglo de Oro español. El resultado fue que Calderón de la Barca fue el favorito con un 60% de los votos, entre el público más maduro. En el caso del grupo más intelectual, el resultado fue algo más dispar. Lope de Vega, con un 30%, Calderón, con un 20%, Cervantes, con un 20%, Góngora, con un 20%, y Tirso de Molina, con el resto, fueron los resultados de este tipo de público. Y, por último, el público popular, algo más ajeno respecto a estos nombres, admitieron que si les dieran a elegir, se decantarían por Cervantes, con el 50% de los votos y por Lope de Vega, con la otra mitad de los votos.
Se puede decir por lo tanto, que el teatro clásico del Siglo de Oro todavía tiene una gran repercusión en la atmósfera teatral de nuestra época, pese a abordar temas anacrónicos desde nuestro punto de vista. De la mano de compañías teatrales tan importantes como la Compañía Nacional de Teatro Clásico, la Fundación Siglo de Oro o Morboria, el teatro del Siglo de Oro sigue al pie del cañón y más accesible para todo el mundo que nunca.
¿Te atreves a leer sobre dos representaciones completamente distintas?
Obras españolas y millones de diferencias

"La Barraca" de Lorca fue una organización teatral que llevó el teatro por los distintos pueblos de la España de la Segunda República
"La Barraca" fue un grupo de teatro formado por estudiantes universitarios que recorrió distintos pueblos y rincones de España durante la Segunda República (1931-1939). Esta fue dirigida por Federico García Lorca, así como Eduardo Ugarte, con el propósito de acercar los clásicos del Siglo de Oro a una población carente de recursos y con un bajo nivel académico. Es por ello, que La Barraca, se comprometió a transmitir las obras de Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca, o incluso Tirso de Molina, entre otros, a un público contemporáneo y con pocos recursos. No obstante, el propósito primordial de sus creadores, era trasladar personajes de otro tiempo a nuestra época con el objetivo de transmitir y enseñar valores tan importantes como la libertad, la opresión o los juegos de poder.
Lorca quiso educar a través del teatro, y llegar así, a una población mucho más humilde y marginada. Su intención era <<dar todo al pueblo, pero con el pueblo>>. Su teatro no estaba dirigido a un público necesariamente cultivado y burgués, como sí sucedía en el pasado. El granadino quiso transmitir ideas de libertad, por ello adaptó las obras de los más ilustres dramaturgos españoles del Siglo de Oro a los nuevos valores contemporáneos. Así pues, el honor, la monarquía y la religión, que eran los temas clásicos por antonomasia, se sustituyen por un grito a la libertad, la independencia y la justicia.
Lorca quiso reconstruir una sociedad española que vivía grandes convulsiones sociales y políticas. Es por ello que representó obras tan influyentes como Fuenteovejuna, La dama boba, La vida es sueño, El caballero de Olmedo, El Burlador de Sevilla, La cueva de Salamanca, El retablo de las maravillas, y un largo etcétera, y las adaptó a las nuevas necesidades de los espectadores. En el caso de Fuenteovejuna, Lorca aprovechó el carácter fuertemente reivindicativo y social de las obras de Lope de Vega y la representó al nuevo público resaltando algunos temas en concreto como la revuelta del pueblo ante el yugo opresor de la tiranía y sus respectivos abusos. No obstante, suprimió la disensión entre los Reyes Católicos y la potestad feudal de la Orden de Calatrava.
Quedan claras pues, las intenciones del poeta granadino, cuya voluntad fue centrar la historia en la disputa entre la autoridad y el pueblo. Para ello, eliminó distintos fragmentos de la obra original para facilitar su comprensión y, así pues, trascender en un público contemporáneo. De acuerdo a las declaraciones de Lorca, esta representación de uno de los clásicos por excelencia del Siglo de Oro, siguió obedeciendo la voluntad y el propósito de Lope cuando escribió esta obra en el siglo XVII, sin embargo, estas supresiones permitían una lectura de la obra mucho más sencilla, preservando el tema principal de la obra. Además, Lorca decidió añadir distintos bailes y música para aligerar la representación. Si bien es cierto, en el Siglo de Oro las obras resaltaban por su armonía y la delicadeza de sus versos, que se fundían en un diálogo y una reflexión profunda sobre temas relacionados sobre todo con el honor, la fe y la dignidad. Lorca decidió pues, romper con este esquema clásico y optó por dotar más importancia a la ligereza de la representación de estas obras.
Si nos fijamos en obras como la aclamada Fuenteovejuna o el famoso Retablo de las maravillas, en la primera, destaca la descripción noble e ingenua de los labradores, y en la segunda, estos eran motivo de burla. Así pues, lo que ambas obras querían transmitir era el empoderamiento de los poderosos en detrimento de los débiles, así como lo contradictorio de una sociedad hipócrita que pone por delante las cuestiones de honor, sangre y estirpe a las de los méritos conseguidos a base del duro trabajo. Tanto la obra original como la adaptación de Lorca, muestran una España bastante rústica y arcaica. Además, Lorca, para añadir mayor verisimilitud a la obra, vistió a los actores con las vestimentas típicas de los aldeanos de aquel entonces.
En el caso de La dama boba, Lorca agregó más escenas repletas de bailes, música, vestimentas y ritmos melodiosos. Decidió suprimir las escenas que hacían referencia a la época original, así como aquellas que dificultaran la comprensión del nuevo público. El objetivo era transmitir el mensaje de la forma más clara posible. Paralelamente, el granadino también se decantó por representar El caballero de Olmedo, una de sus favoritas. Para ello, acortó de nuevo la versión original, para facilitar así su comprensión y suprimió la parte final, es decir, las escenas que giran en torno a la venganza.
En La vida es sueño de Calderón, Lorca se atreve por una ambientación con rasgos mucho más contemporáneos. Los personajes se encuentran en una España deteriorada y sujeta un poder tiránico superior. Se trata de una obra compleja que da como resultado un gran número de interpretaciones, pero todas ellas abordan cuestiones como el destino, la disputa por la libertad y la naturaleza humana. En este caso, Lorca consigue eliminar de la obra el auto sacramental, resaltando principalmente temas como el ejercicio de la libertad, el poder y la fuerza de las apariencias. A pesar de que causó un gran revuelo, Lorca admitió que su intención fue desposeer a la obra de su carácter fuertemente religioso, pues resultaba anacrónico. Como resultado, quiso resaltar la naturaleza puramente dramática y lírica de la obra calderoniana, despojándola de su contexto original. El poeta granadino pues, sin adulterar la obra del Siglo de Oro, la representó añadiendo metáforas que hacían referencia a la época actual en la que fue representada. Es por ello que esta obra, siguió respetando el carácter y la esencia calderoniana, pero relocalizando el contexto de la misma, para que fuera mucho más comprensible.
"La Barraca" supuso todo un revuelo en su época y permitió que el teatro del Siglo de Oro, llegara a los pueblos más desfavorecidos de España. El propósito de los estudiantes que emprendieron el camino por las distintas villas españolas, fue el de transmitir los versos y la sabiduría de los grandes literatos de la literatura española y universal. La iniciativa llevó el nombre de Misiones Pedagógicas y supuso todo un éxito entre el público pueblerino, que, en muchos de los casos, nunca había visto ni leído ninguna de las obras de estos grandes referentes de las letras. Tanto Lorca como el resto de fundadores de esta compañía teatral estudiantil, creyeron que la representación de estos clásicos era la mejor manera, y las más eficaz, de incidir y dejar huella en la conciencia del pueblo. No obstante, el granadino afirmó que eligieron llevar estas obras clásicas del Siglo de Oro a escena puesto que recogían influencias del Romancero, es decir, de la poesía medieval española, cuyo propósito era llegar a un público lo más extenso posible, sin distinción de clases ni capacidad intelectual. Además estas transmitían contenidos y temas tan relevantes como la importancia de la democracia, la libertad y el sentimiento popular que coincidía con la ideología propia de la Institución Libre de Enseñanza.

La frescura contemporánea
El viernes 1 de diciembre tuve la oportunidad de ir a ver La Llamada en el Teatro Lara de Madrid, es un musical cuyos directores y autores del guión son Javier Calvo y Javier Ambrossi, en él hay cuatro intérpretes femeninas y una banda musical que consta de ocho músicos.
La trama narra la historia de dos chicas jóvenes María (interpretado por Susana Abaitua) y Susana (por Ana Castillo) que se encuentran en un campamento eclesiástico a las afueras de Segovia. Al sentirse desconectadas con los valores y actividades que en él se promueven deciden salir por la noche en numerosas ocasiones, hasta que un día son descubiertas por la directora del campamento, la monja Bernarda (García Olayo) y por su ayudante Milagros (Belén Cuesta). Son castigadas durante todo el fin de semana sin poder juntarse con sus otras compañeras del campamento “La Brújula” y durante ese periodo de tiempo María confiesa a la directora que en ocasiones se la aparece Dios (a quien da vida el Richard Collins) mientras la canta canciones de la famosísima Whitney Houston.
Por otro lado, la monja Milagros, parece sentirse identificada con el desarraigo religioso de las jóvenes y se replantea el seguir formando parte de la orden, hasta que al final decidirá abandonarla. De esta última precisamente, parece estar enamorada la Susana. Las dos jóvenes se apoyan dejando a un lado cualquier tipo de prejuicios y deciden declarar su amor (a Dios María y a Milagros,Susana) con una canción escrita por ellas.
La representación pertenece al género musical puesto que la acción se desenvuelve y avanza a través de escenas que incluyen secciones cantadas y bailadas. El lenguaje es empleado con decoro, ya que los diálogos que se producen entre las jóvenes emplean términos y expresiones actuales propias del colectivo adolescente, mientras que el que se utiliza entre las religiosas en un registro más formal.
El lenguaje corporal adquiere una gran importancia, no solo porque a lo largo de la obra se realizan más de siete coreografías, sino también para potenciar la condición del actor como marioneta. Aunque es cierto que la naturaleza de la interpretación teatral la hace inherentemente más exagerada y marcada que la de cine o televisión, en esta representación los sentimientos de angustia o felicidad se ven sumamente resaltados a través del juego corporal de las actrices, caídas al suelo o saltos de alegría son ejemplos pequeños de lo que en el musical acontece.
Destacan también los paseos que las actrices hacen no solo de un lado a otro del escenario a gran velocidad cuando se encuentran indecisas o asustadas, sino también, las bajadas que hacen al pasillo del patio de butacas, donde bailan y cantan, acercándose al público.
El espectáculo tiene mucha influencia de la concepción teatral de Brecht, donde la teatralidad reclama su naturaleza ficticia y nadie pretende engañar al espectador presentándole una psuedo realidad.
Esto esta no solo muy marcado en la potenciación del lenguaje corporal del actor, sino también en la presentación de la obra. Al llegar al teatro, encuentras a los propios actores dando la bienvenida al público y al director y la banda musical, estos últimos son los que te ayudan a acomodarte y te indican el camino hasta tu butaca; el telón no se cierra en ningún momento, ves perfectamente como el equipo va subiendo y ocupando sus posiciones, incluso se aprecia durante la representación como los músicos se ríen o como les entregan los micrófonos a las protagonistas.
No existe ningún tipo de artificio y si incluyen algún efecto luminoso el público es partícipe de cómo se crea este y de donde proviene.
Los personajes jóvenes representan chicas un tanto rebeldes que pretenden encontrase así mismas y descubrir lo que les gusta, sin embargo los personajes adultos representan un supuesto modelo a seguir, que nada parece tener que ver con la personalidad de Susana y María, sin embargo ,esta última se acerca finalmente a la faceta religiosa mientras que Milagros se aliena de su condición eclesiástica motivada por ver sus ansias de disfrutar de su vida reflejadas en Susana.
La escenografía y el vestuario son sencillos para no restar importancia a lo que parece realmente importar a los directores, el sonido. Más de siete canciones son las que llevan el peso de la obra, dejando a sus cinco actores su momento para brillar con algún solo. Es al final cunado encontramos un conjunto más recargado en las dos protagonistas, con el que realizan su actuación culminante.
El tratamiento del tiempo es lineal, el transcurso de la obra describe desde la noche de un viernes hasta la tarde de un domingo, donde las protagonistas han sido retenidas en su cuarto, ya que al comienzo de la representación salen del campamento para asistir a un concierto de Henry Méndez.
El musical va por su sexta temporada y ha sido reconocido con numerosos premios y buenas críticas, destacaré una con la que me he sentido muy identificada:
“Lo mejor que he visto en teatro en mucho tiempo”
Andreu Buenafuente- Presentador
Me ha resultado una obra muy original que trata temas que podrían ser controvertidos con una elegancia magistral, es una oda a la tolerancia y el respeto desde el humor.
El sentimiento religioso o la orientación sexual pueden resultar temáticas un tanto problemáticas, es fácil que una persona pueda resultar ofendida si se tratan en clave de humor, si bien, este espectáculo consigue aunar dichos conceptos con el del valor de la amistad y el amor en cualquier sentido, para saltar por encima de todo tipo de tópicos y ayudar a sus personajes a crecer en la manera que más feliz les hace.
La actuación de Belén Cuesta me pareció magistral y creo que su personaje sustenta el peso de la obra, no solo por parecer el más complejo psicológicamente hablando, sino además por estar replanteándose su situación, que se encuentra a caballo entre los dos mundos.
En el comienzo parte de una posición de confort con la que parece feliz y convencida, pero a medida que avanza la trama parece abandonar esta postura para finalmente cambiar totalmente el rumbo de su vida.
Como conclusión podría sacar la analogía con la propuesta teatral del dramaturgo Bertolt Brecht, ya no solo por cómo se realiza esta obra la desmitificación del teatro realista. Sino porque emplea también, la psicología humana para transformar el mundo, las protagonistas se sienten incompletas cada una por una razón y salvo el personaje de Bernarda, todas avanzan y moldean su realidad para que se ajuste más a sus deseos.
El espectador queda por un lado divertido ya que es un espectáculo cómico y ameno, pero se puede realizar a partir de él una reflexión íntima que cada persona del público puede llevarse a casa.